Un estudiante se queda encerrado fuera de su piso y tiene que llamar a un cerrajero. Cuando el profesional abre la puerta y le presenta la factura, se lleva un susto. Es demasiado cara para él y no puede pagarla. No es problema para el cerrajero, que se queda mirando los calzoncillos bien empaquetados del estudiante y alarga la mano hacia la gran polla del chico: "¡puedes pagarme de otra manera!".